gozo,
el cultivo del gusto
Gozo
consiste en una búsqueda de
conducir a los individuos, a través de una reflexión inicial de la
mano del pensamiento antiguo aristotélico en torno de la naturaleza
de las entidades sensibles; hacia la apertura del contacto con ellas,
teniendo como terreno para el cumplimento de dicho contacto
los objetos mismos.
Ahora
bien, en gozo no
buscamos que los individuos entren en contacto con objetos de toda
índole, sino que discriminamos y buscamos establecer una experiencia
sobre
todo con aquellos que están concebidos para ser asimilados por
nuestra facultad del gusto.
En
gozo
es
nuestro gusto
despertar
en los individuos el acontecimiento de la belleza,
que
tiene lugar en nosotros al interactuar con los fenómenos
estéticos de la vida cotidiana,
y con el arte,
predominantemente.
Guiados
por el pensador alemán del siglo XIX, Friedrich Nietzsche, creemos
que es menester integrarnos sustancialmente con nuestras
potencialidades estéticas,
de modo que la vida recupere el profundo sentido cifrado en su
nombre; y el individuo, incorpore los atributos que la naturaleza y
la cultura han colocado en el concepto de su definición como ser
humano.
Sabemos,
al lado de este filósofo, que “toda
vida es una disputa por el gusto y por el sabor”;
y que “gusto:
es el peso, y a la vez, la balanza y el que pesa”.
Nuestro autor,
cuya vocación es la de un filósofo
del gusto,
asevera que el hombre sabio es aquel que cultiva
su gusto,
diciendo:
“¡Bienaventurados
los que tienen un gusto, aunque sea un mal gusto! – y no sólo
bienaventurado, sino también sabio es cosa que sólo se puede llegar
a ser en virtud de esa cualidad: por eso los griegos, que en tales
cuestiones eran muy finos, designaron al sabio con una palabra que
significa el hombre
de gusto,
y llamaron a la sabiduría, tanto artística como cognoscitiva,
“gusto” (Sophía)”.
En
gozo
queremos
comprometer la idea nietzscheana de que “la vida es un manantial de
placer”, y provocar mediante la
experiencia tangible
aquella
bienaventuranza
y
sabiduría,
inseparables; encontrar eso que en realidad buscamos y que es en el
fondo una disposición que el cuerpo
tiene
de suyo: gozo
eterno.
Gozo,
by Mongo Bocini
México,
diciembre de 2014.